martes, 5 de noviembre de 2013

ENTENDIENDO A LA TRISTEZA





La Ley del Buda es como el agua pura que puede lavar todas las cosas sucias. Sin importar qué tengamos en el mundo humano, una vez que sea lavado por el agua pura se convierte inmediatamente en algo nuevo 


En la China antigua, había un sistema de casta muy terminante generada por la diversa distribución de los bienes entre la gente. La casta más baja y más pobre era la Shoutuoluo o la “intocable”. La mayoría de ellos eran esclavos o criados y tenían que hacer el trabajo más cansador, laborioso y sucio; las demás clases los miraban por encima como la cosa más baja. 

En la ciudad de Shewei, había una persona llamada Niti que pertenecía a la casta Shoutuoluo. Su trabajo era limpiar las heces de los retretes, un trabajo que nadie deseaba hacer. Él era muy amable y honesto y raramente decía más palabras que las necesarias. 

Una vez el Buda estaba meditando y vio a Niti; ya sabía que la mayoría de su karma había sido pagado y era hora de que Niti escapara del mar de la amargura por el que estaba atravesando. Entonces el Buda decidió encontrarse con Niti en la entrada de un callejón. 


En ese momento, Niti caminaba por el callejón y llevaba un cubo lleno de heces sobre su cabeza. Debido a su casta humilde, cuando vio a Buda intentó darse la vuelta para evitarlo. No se atrevía a encontrarse cara a cara con el iluminado Buda. Pero el callejón era tan estrecho que no podía encontrar ningún lugar para ocultarse. Se puso nervioso y el cubo de repente se rompió. Niti fue cubierto completamente por las heces; estaba tan desconcertado y asustado que no sabía qué hacer. Bajó su cabeza tanto como pudo y no se atrevía a mirar al Buda. 

El Buda caminó hasta Niti y le preguntó, “Niti ¿estás dispuesto a convertirte en monje? ¿Deseas escapar del mar de la amargura?” 

Niti estaba muy avergonzado y dijo, “El Buda es noble y estimado. Sus seguidores son todos príncipes de clases nobles. Pertenezco a la casta más baja, ¿cómo podría compararme con ellos?, ¿cómo tendría la buena fortuna de poder unirme a un templo y escapar del mar de la amargura?” 

El Buda le contestó: “La Ley del Buda es como el agua pura, puede lavar todas las cosas sucias. No importa qué tengas en el mundo humano, una vez que sea lavado por el agua pura se convierte inmediatamente en algo nuevo.

La Ley del Buda es como el fuego feroz que quema todo. No importa qué sea, una vez que sea tocado por el fuego sagrado, se vuelve limpio y puro en un instante. La Ley del Buda es la ley más justa y más equitativa. No distingue a ricos de pobres. Cualquier persona que desea creer en Buda y escapar del dolor puede ir al templo y cultivarse diligentemente”. 




Las palabras del Buda tocaron profundamente a Niti. Después siguió al Buda al silencioso templo de Ziyuan, afeitó su cabello y se convirtió en monje. Se concentró en su mejoramiento y avanzó muy rápidamente. Después de escuchar las enseñanzas del Buda, estudiaba sus escrituras y se sentaba en meditación, se empeñaba en entender los principios de su Ley, actuando también en consecuencia. Así Niti gradualmente incrementó su sabiduría y poco tiempo después se iluminó a niveles muy altos. 


Vayamos nuevamente al tiempo en que Niti se convirtió en monje. Mucha gente de la clase alta no estaba contenta con eso. Pensaban, “¿Cómo puede una persona de un nivel tan bajo volverse un monje y gozar de la contribución caritativa de las masas?” Cuanto más pensaban en eso, más se enojaban. Entonces reportaron este caso al rey y le pidieron que le diga al Buda que absolutamente no debía tomar a Niti como su discípulo. 

Inmediatamente el rey fue en su carruaje al templo de Ziyuan a preguntar al Buda acerca de este asunto. Cuando el carruaje llegó el frente de la puerta, el rey caminó a través de un pequeño bosque donde vio a un monje dignificado y pacífico sentado en una gran roca. El rey cortésmente le dijo, “Quisiera encontrarme con el Buda, ¿iría usted por favor dentro y le haría saber?” El monje en la piedra estuvo de acuerdo y entonces desapareció rápidamente dentro de la roca. Muy pronto volvió y dijo, “El Buda dijo que usted puede entrar y encontrase con él ahora”. 

El rey estaba sorprendido al atestiguar que el monje podía entrar y salir libremente dentro y fuera de una roca que no tenía ninguna grieta o abertura. Cuando se encontró con el Buda, después de mostrar sus respetos, el rey preguntó, “Buda, el monje que pasó el mensaje para mí hace un momento tiene poderes mágicos raramente vistos, ¿me diría por favor cuál es su noble nombre?” 

El Buda sonrió y dijo, “La razón por la que vino hoy a mi lugar es para preguntarme por qué había salvado a una persona que usted consideraba como miembro de la casta más baja. Yo salvo a la gente sin importar si es rica o pobre. Los considero a todos iguales. Usted vino a hablarme sobre Niti. Él se ha iluminado a un nivel muy alto, y es la persona con la que recién se encontró”. 

El rey estaba muy avergonzado. 


El Buda continuó, “Si una persona es rica o pobre, noble o humilde es determinado por su karma. Si uno tiene un buen corazón, es modesto, respetuoso de la gente mayor y protector del más joven, si es capaz de disciplinar su mente y consolidar sus virtudes, esta persona nacerá en una clase alta. En contraste, si es brutal, repugnante, arrogante e inmoral, él tendrá como destino ser pobre y de una clase baja”. 

El rey entonces preguntó al Buda, “¿Por qué Niti nació entonces en una casta pobre y humilde?” 

El Buda dijo, “En el pasado, entre 100.000 estudiantes en un templo había un monje que era muy arrogante y que miraba por encima a los demás. En su vida diaria, trataba a la gente groseramente y no demostraba ningún respeto hacia los otros, ni siquiera hacia los monjes más viejos, pedía a otros que hagan el trabajo por él e incluso que limpiaran su cuarto, y forzaba a otros monjes a ser sus mensajeros”. 

“Debido a esto, en los siguientes 500 años tuvo que limpiar vida tras vida las heces humanas, hasta esta vida donde finalmente su karma fue pagado totalmente. Niti se encontró con el Buda que lo salvó, porque mas allá de sus errores, en un principio él tuvo la intención extremadamente valiosa de convertirse en un monje para llegar a ser una mejor persona y elevar su espíritu; por todo esto lo esperamos hasta hoy y le brindamos una nueva oportunidad”. 

Después de que el rey oyó esas palabras elogió la virtud poderosa de Buda, porque los principios de su Ley son de una compasión sin límites que ayudan a la gente a escaparse del mar de la amargura. 



Por: Irma Latorre G.









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