Dios no exige nuestro respeto.
Insistimos en personificar a Dios a pesar de
que sabemos
que está mucho más allá de lo que somos capaces
de conceptualizar.
Dios no tiene sexo.
Ésa es otra personificación.
Dios no tiene religión.
En el fondo de nuestro corazón todos lo
sabemos.
Dios no tiene raza.
Dios lo es todo, una energía de amor que posee
una sabiduría
y un poder incomprensibles.
Todos estamos comprendidos en Dios, porque él
está en todos y cada uno de nosotros,
es la sustancia de nuestro ser.
Es muy humano desear signos y mensajes
inmediatos.
Sin embargo, para escuchar hay que saber
hacerlo, y para saber hay que dedicar tiempo a aprender.
Si lo practicas el silencio el viaje interior, si
te das tiempo para escuchar y crear el espacio para escuchar, serás capaz de
oír.
Serás capaz de ver los signos y recibir los
mensajes que esperas.
Al mismo tiempo, desarrollarás el arte de la
paciencia.
La paciencia y la oportunidad…
Todo llega cuando tiene que llegar.
Una vida llega cuando uno puede vivirse sin
prisas, no puede ajustarse a un calendario.
La vida no tiene final, nunca morimos.
Nunca hemos nacido de verdad.
Lo que sucede es que pasamos por distintas
fases.
No existe un final.
Los seres humanos tenemos muchas dimensiones
pero el tiempo no es como lo vemos, sino que se
compone de lecciones
que se van aprendiendo.
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